Hato el Cedral: El alma del llano apureño


En el Hato el Cedral, los chigüires cruzan la vía solos o en manada; ellos se pasean, duermen y te invitan a parar el carro para tomar las primeras fotografías del lugar. (León Giménez @simbagiménez/)
Con maleta, cámara fotográfica en mano y las expectativas a flor de piel, nos dirigimos al Hato El Cedral, desde Valencia para Apure. Tomando la autopista José Antonio Páez que conduce al estado Barinas y luego la carretera Par Vial Sabaneta- Puerto de Nutrias.
Es un viaje de unas ocho horas aproximadamente, rodeados de paisajes por ambos lados, con olor a carne asada que te va aflorando poco a poco la inmensa llanura. 
Al pasar sobre el puente Bruzual comienza el estado Apure y en este punto es necesario detenerse a contemplar el gran río y las toninas silvestres que allí se pasean.Con maleta, cámara fotográfica en mano y las expectativas a flor de piel, nos dirigimos al Hato El Cedral, desde Valencia para Apure. Tomando la autopista José Antonio Páez que conduce al estado Barinas y luego la carretera Par Vial Sabaneta- Puerto de Nutrias.



Aún quedan unas cuatro horas de viaje, pero la ruta te premia con vistas de caballos, ganado y búfalos con garzas blancas posadas en su lomo, dándote la bienvenida al estado que inspiró a Rómulo Gallegos a escribir su gran obra literaria, Doña Bárbara.
Comienza la verdadera aventura cuando estás en el portón principal de El Cedral, en el municipio Muñoz, vía Elorza.  La entrada es un terraplén con  granzón  de unos 20 minutos de recorrido, en el que hay que mantener los ojos muy abiertos porque en cualquier momento los chigüires cruzan la vía solos o en manada; ellos se pasean, duermen y te invitan a parar el carro para tomar las primeras fotografías del lugar. Iguanas, babas (caimán de anteojos) y diferentes aves también dibujan el horizonte.


Al llegar propiamente al Campamento Matiyure (área de recepción de turistas del hato) te recibe el personal de manera muy amable y servicial, como buenos llaneros, con un almuerzo criollo de yuca sancochada, ensalada rallada y carne guisada recién hecha.
Las ganas de seguir maravillándote de la naturaleza no permiten  ir a descansar a la habitación, solo dejar las maletas para salir a explorar. Y Víctor Delgado -el guía de turismo- te espera con un camión encendido para cumplir ese deseo. Llevándote al río más cercano donde nos bajamos para hacer un recorrido en lancha. 
La embarcación es pequeña y casi al mismo nivel del afluente, lo que te hace sentir inmerso en el agua junto a los animales que allí viven. Cuando se prende el motor del navío, las aves empiezan a notar la visita alzando un hermoso vuelo de cientos de especies, de diversos tamaños  y colores. El matiz coral de las Corocoras, el rosado de la garza paleta; los patos güire que en sincronía se levantan, todas juntas dan un espectáculo natural impresionante que te deja sin aliento.

Los caimanes y babas también se observan a un metro de distancia, unos se quedan inmóviles y otros se esconden entre la vegetación y el agua. Para observarlos más de cerca, Víctor apaga la lancha, la amarra de un árbol, mientras Shakira y Roberto (como le llama a dos caimanes de dos metros) acompañados de unos cuatro más, se apresuran a la embarcación. Los nervios empiezan a sentirse… hasta que el guía saca carne cruda de un balde. ¡Qué bueno no ser la presa buscada! Los reptiles “cebados” esperan que les den su merienda, saltando hasta el palo en el que  se las guindan.
Para sorpresa, además de caimanes también estamos sobre aguas repletas de peces rayas, tembladores y pirañas, también conocidos como caribes, carnívoros de afilados dientes que Víctor aprovecha para pescarlos y darlos como alimento a los reptiles y otras aves que se unen al banquete. Para bajar los nervios, tomamos una pequeña clase de pesca aunque los caimanes no dejen de quitarnos su penetrante mirada.

Continúa el paseo, hasta avisarnos que tenemos que hacer una segunda parada, donde nada más y nada menos vamos a agarrar una serpiente anaconda que nuestro guía con su vista de águila, percibe desde lo lejos. Sin miedo, él se baja nuevamente para sacar del lodo a esta serpiente de metro y medio. La hala del extremo con ayuda de un palo que  le sostiene la cabeza al suelo. Ésto no lo hace cualquiera, solo los llaneros más recios.

Hato el cedral: el alma del llano apureñoPero para poder agarrar la culebra con su mano, la lanza al extremo de la lancha, cerca de nosotros. Un espectáculo en primera fila que nos puso la piel pálida pero que mereció las mejores fotografías del día. Aunque pensándolo bien… las imágenes tomadas minutos después al caer el atardecer, con las garzas revoloteando y el  Gabán Peonío debajo del sol, también son de película. 

De vuelta al campamento vemos un rebaño de ganado que es recogido cerca del lugar.  Las aves también se aproximan a los árboles para dormir allí, al igual que algunos chigüires que se acomodan al frente de la habitación; convirtiendo el recinto en un dormitorio multitudinario.
Al siguiente día, bien tempranito, nos montamos en un carro rústico para dar un tour terrestre por las rutas internas del hato. Lo primero que se asoma es un caimán del Orinoco hembra, que sale en defensa de sus huevos puestos a orilla de carretera.  Es un animal impresionante, corpulento; una de las mayores especies de cocodrilo, midiendo tres metros de largo (aunque pueden llegar a siete). Esta especie es una de las más protegidas por estar en peligro de extinción debido a la cacería de los humanos. Al igual que el oso hormiguero o palmero, otro animal que más adelante vemos entre las ramas, con su cilíndrico hocico y hermosa cola en forma de palma.


La prohibición de caza y pesca en el año 1987, aceptándola solo para prácticas agroecológicas, fue determinante para que hoy estas sabanas sean uno de los mayores reservorios de fauna silvestre en Latinoamérica.  
Las lagunas de cría de cachamas también  se observan por doquier con sus bordes llenos de babas en todos los tamaños, desde 20 centímetros hasta metro y medio. En este tramo también aparecen búhos o mochuelo de madriguera, que se posan en medio del camino para resguardar sus crías puestas en una pequeña cueva de tierra.
Hato el cedral: el alma del llano apureñoCada segundo un exótico animal o un paisaje de ensueño te sorprenden sin aviso. Por eso despedirse de este edén que te hace sentir el alma llanera, como la canción dice: “hermano de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol”; no fue tarea fácil. Sin pensar en dejar el sonido y mágica vista del vuelo de cientos de aves juntas, el cohabitar con tantas especies y hasta la ventana de la habitación con la panorámica de la inmensidad del llano, que te conecta las veinticuatro horas del día con un mundo paralelo. Ése, que pareciera verse solo en documentales de NatGeo, pero que tenemos aquí cerquita en nuestro maravilloso (y a veces enigmático) país.

Datos de Interés

------ Una vez al año productores de Discovery Channel visitan el hato para realizar documentales. El famoso “cazador de caimanes”, Steve Irwin, también visitó estas tierras.
------ En este lugar viven 360 especies de aves aproximadamente.  Y hay 18.600 cabezas de ganado entre Cebú, Brahman y caroreño (proveedor de leche).
------ El nombre del hato fue inspirado por la gran cantidad de árboles cedro que tiene.   El campamento Matiyure también ofrece excusiones nocturnas y paseos a caballo. Además ya dispone de una pista de aterrizaje que pronto contará con vuelos chárter.
------ La matanza  de chigüires solo es permitida en época de Semana Santa, en una proporción controlada.  

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